¿La infidelidad es hereditaria?

La necesidad de escapar de la rutina y de sentirse realizado o realizada sexualmente es habitual en todas las clases sociales, todas las edades y en ambos sexos. Pero cuando se trata de dejarse llevar y de sucumbir a la tentación de la infidelidad, ¿existen predisposiciones en ciertas personas, es hereditaria? Más interesante todavía, ¿existe un “gen de la infidelidad”? Es lo que Gleeden.com, la conocida plataforma de encuentros extraconyugales, ha intentado entender. Con es ayuda de un exhaustivo estudio de una universidad australiana acompañado de un sondeo interno entre los miembros de la web, descubrimos algunas respuestas.

 

El gen de la infidelidad.

Un estudio de la Universidad de Queensland en Australia ha demostrado recientemente que el 63% de los hombres y el 40% de las mujeres infieles lo serían por culpa de su patrimonio genético. Este estudio también ha permitido a los investigadores identificar un gen específico en la mujer que podría ser el responsable de la infidelidad hereditaria. Este gen, llamado AVPRIA, produce la hormona arginina vasopresina, que tiene un impacto sobre el comportamiento social y el vínculo entre parejas sexuales.

¿Son nuestros padres los culpables de nuestras infidelidades?

La infidelidad, pues, no depende siempre de la voluntad del adúltero. Para ahondar más, Gleeden.com ha investigado entre sus miembros y les ha preguntado acerca de las infidelidades de sus padres. Por supuesto, no siempre es fácil hablar de las infidelidades de los allegados, pero los resultados son igualmente sorprendentes.

Sobre los más de 10.000 miembros masculinos y femeninos interrogados, el 46% de ellos declara conocer alguna aventura de sus padres. Una cifra significativa que podría sorprender a mucha gente, que se sienten realizados sexualmente tanto dentro como fuera de la pareja. ¿Estamos hablando entonces de reproducción de un esquema parental? ¿Herencia genética? ¿Afectiva? ¿O simple coincidencia?

La doctora Juliette Buffat, psiquiatra, sexóloga y terapeuta de pareja, habla de estos resultados:

“Incluso si la sexualidad resulta ser un tema tabú y secreto en muchas familias, a menudo las infidelidades parentales son conocidas o descubiertas por los hijos. El ejemplo que brindan los padres puede condicionar el futuro de la vida conyugal de esos hijos.

Los que han rechazado fuertemente o sufrido por estos deslices lo intentarán todo para respectar sus votos de fidelidad. Pero los y las que lo han visto y percibido ciertos beneficios en las aventuras extraconyugales se sentirán tentados por diversificar sus experiencias. El ejemplo de los padres puede tener pues un efecto favorecedor o inhibidor en el momento de dar el paso del adulterio.

Pero a menudo son las frustraciones sexuales y afectivas las que originan estas aventuras. La necesidad de sentir el deseo del otro, de jugar al juego de la seducción, de intercambiar caricias y excitación, de sentirse importante para otra persona, de salir de la monotonía conyugal son los motores esenciales que nos empujan hacia las aventuras extraconyugales. Incluso si la mirada de la sociedad sigue siendo severa y que las mujeres son fácilmente juzgadas y “condenadas” cuando se descubre que han sucumbido al adulterio… Algunas personas seguramente se alegrarán de tener esta excusa fácil que es la herencia genética, pero la mayoría no necesitan esto para pensar en su placer y satisfacer sus necesidades de complicidad y de intimidad”.

*Sondeo online Gleeden.com realizado del 28 de septiembre al 5 de octubre entre 10 024 miembros europeos.

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